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Luis Fuenmayor Toro: La quiebra de la polarización

AD Polarización

Pudiéramos estar en una situación parecida a la de hace un cuarto de siglo, que terminó hundiéndonos en el desastre actual


Luis Fuenmayor Toro

Sin dudas atravesamos una situación política complicada, difícil de analizar al no disponer de todos los elementos que la condicionan, en la que los protagonistas esconden sus intenciones y sus ejecutorias, y las sustituyen con acusaciones que solo persiguen mantener a la gente ajena al fondo de lo que se discute. Han construido durante décadas una sociedad ignorante y ahora además fanatizada, fácil de manipular con simples consignas y con odios, y muy resistente al análisis objetivo de los hechos. La MUD conversa y llega a acuerdos, pero lo esconde y lo niega; tiene graves problemas internos, que favorecerán electoralmente al Gobierno, pero no habla claro. Fanatizaron gente que hoy los enfrenta por traidores, pues se creyeron el cuento de que a Maduro solo le faltaba un empujoncito. El Gobierno-PSUV, aunque reivindica la existencia del diálogo, lo utiliza para sacar ventaja electoral y dividir al adversario que lo derrotó en diciembre de 2015.

Solo los enchufados y los necios quieren a la clase gobernante, a la cual es imposible clasificar ni ideológica ni políticamente. Es una mafia que se apropió del país y de sus recursos con un discurso mentiroso, dizque popular, socialista y revolucionario. No habría que hablar sino de la Faja Petrolera del Orinoco, del Arco Minero, de la ausencia de inmunidad de jurisdicción, de la ley contra el terrorismo y el lavado de dinero y del rechazo al conocimiento científico, para desmontar dicho discurso. Pero éste les sirve al Gobierno y a la MUD. Al primero porque se justifica al estar defendiendo los derechos del pueblo, y a la segunda porque lo ataca como comunista, falsedades ambas solo sostenibles por la ignorancia de quienes reciben el mensaje. No olvidemos que el promedio de estudios formales sigue siendo de siete grados, con años escolares de apenas 130 días, lo que en realidad nos da el mismo 5º grado que teníamos en 1998. Esa es la audiencia nacional.

La Mesa se fractura en por lo menos dos grandes sectores: AD, Avanzada Progresista y Un Nuevo Tiempo, por una parte, y Voluntad Popular y sobre todo Primero Justicia, por la otra. Las pugnas habidas en Zulia, Aragua, Amazonas, Bolívar y otros estados, han dejado heridas que favorecerán al Gobierno en las elecciones de gobernadores. El mecanismo de primarias, que parece muy democrático, tiene este tipo de secuelas; el Gobierno, por su parte, se ha encargado de tomar decisiones que favorecen a AD en relación con las candidaturas a gobernadores, al inhabilitar candidatos de organizaciones consideradas más beligerantes. El PSUV-Gobierno aparece como menos afectado por la división, pero ésta se ha ido dando y por lo menos cuatro grupos desprendidos podemos contar hoy: Marea Socialista, la Plataforma de Defensa de la Constitución, el Movimiento Amplio Desafío de Todos y la Unidad Política Popular 89.

Al fragmentarse los grupos polarizados necesariamente la polarización se resquebraja. No puede existir ésta sin aquéllos. Esta situación objetiva nos recuerda la ocurrida durante la primera mitad de los años noventa, momento en que la debacle del bipartidismo adeco copeyano alcanzó sus máxima expresión. Caldera se había separado de Copei y AD recibe un golpe mortal con la destitución de Carlos Andrés Pérez; ya habían ocurrido la explosión social del 27 de febrero de 1989 (el Caracazo) y los golpes militares del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992. En la siguiente elección ya no son dos los candidatos con real probabilidad de ser elegidos, sino cuatro: Caldera con parte de la democracia cristiana y sectores de izquierda, Claudio Fermín con el apoyo de una AD maltratada y dividida, Oswaldo Álvarez Paz con lo que restaba de Copei y Andrés Velásquez de la Causa R, todos ellos con respaldos electorales muy similares en su magnitud.

Antes de este desplome del bipartidismo, ya se habían producido hechos electorales que vaticinaban lo que podía ocurrir. Luego de comenzar la elección directa de los gobernadores, partidos como el Movimiento al Socialismo y Causa R, enfrentados al bipartidismo adeco copeyano, logran romper la polarización existente en ciertos estados y obtienen las gobernaciones de Aragua y de Bolívar, respectivamente. Más adelante, el MAS llegó a ganar cinco gobernaciones y Causa R a repetir en Bolívar y ganar la Alcaldía de Caracas. Fueron victorias regionales contra el bipartidismo polarizado de AD y Copei, que ya decían que estos partidos no estaban en las mismas condiciones de años atrás, cuando su supremacía era absoluta. Curiosamente, el MAS y la Causa R, que electoralmente iniciaron la derrota regional de la polarización bipartidista no se acordaron para jugar un mejor papel futuro.

La situación actual se asemeja a la descrita para la primera mitad de los años noventa, donde se produce la derrota definitiva del bipartidismo adeco copeyano con el triunfo electoral de Rafael Caldera, quien inicia un gobierno que algunos pudieran considerar de transición, pero que al no dar respuestas ni salidas a la crisis económica, social y política del país, no le pudo plantar una cara distinta al siglo XXI a la ya gastada del pasado. Este corto período termina con la victoria electoral de Hugo Chávez, militar aventurero muy ambicioso e irreverente, sin actuación política previa y por tanto libre de culpas, quien concentra en su candidatura las esperanzas de un pueblo con 15 años de amarguras y de luchas por el deterioro de las condiciones de vida, que llegó a alcanzar a comienzos de los ochenta. En su desesperada búsqueda de salidas, la población incluso puso sus ojos en Irene Sáez, reina de belleza que había tenido una gestión exitosa como alcaldesa de Chacao.

Guardando las distancias, pudiéramos estar en una situación parecida a la de hace un cuarto de siglo, que terminó hundiéndonos en el desastre actual, al carecer de respuestas y programas alternos a los ya fracasados muchas veces en el país. Ya hay grupos, no necesariamente interesados en el desarrollo nacional, que elaboran planes y programas para actuar más allá de las elecciones presidenciales de 2018. Quienes creemos que el desarrollo nacional independiente es posible y tenemos proposiciones claras en ese sentido deberíamos hacer lo mismo, para luego no tener que decidir entre propuestas inconvenientes avanzadas por los eternos salvadores.