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Félix Sejias: “La MUD, como la conocemos, está muriendo”

Felix Seijas

“La juramentación ante la ANC es la primera gran promesa incumplida de esos cuatro gobernadores electos y todo esto que está ocurriendo contribuye a mermar la confianza en el operador político que ya estaba allí”

Mónica Duarte

A dos semanas de la elección de gobernadores y a menos de dos meses de un posible adelanto de elecciones municipales la Mesa de la Unidad Democrática parece cada vez más desunida, luego de que cuatro de los cinco gobernadores opositores decidieran acudir ante la Asamblea Constituyente y juramentarse para su gestión.

Por ello, Félix Seijas Rodríguez, director de la encuestadora Delphos, estadista y Phd en análisis de datos vislumbra cuatro posibles rutas que podría tomar esta coalición política que llevaba año y medio siendo un frágil bloque.

“Una de las posibilidades es que todos los partidos terminen desperdigados como un archipiélago y esto se traduce en una lentitud tremenda en la oposición y en la búsqueda del cambio, porque cada partido es débil y no tiene la fortaleza que tenían juntos”, explica el profesor de comunicación política. Además, esta separación, que parece cada vez más cercana, puede significar una nueva derrota electoral frente a la escogencia de nuevas autoridades municipales y la posibilidad de ir con un candidato único que se enfrente a Nicolás Maduro en las presidenciales de 2018.

Sin embargo, aún no se descarta la alternativa de una reestructuración dentro de la unidad opositora, “la que más al país le conviene” según Seijas, un reajuste que podría significar nuevas normas, ampliación a nuevos actores o el descarte de algún sector que no permita mantener un objetivo común.

“El problema del 15 de octubre es que la posición estaba contando con el voto de 2015 y ese voto no es totalmente de la MUD. La parte dura de ese voto era aproximadamente un 35 %”. Seijas afirma que mientras la oposición no incluya a la sociedad civil, ideas de cambio y recupere la confianza de la población ese 65 % del electorado que debe convencer con esfuerzo no le prestará su voto. “La población clase baja que está sufriendo y necesita solucionar necesidades inmediatas, a ese sector le daba lo mismo una cosa o la otra, entonces, para ellos no es tan determinante que la oposición tuvo una gran derrota sino solucionar una urgencia de vida”.

«La población clase baja que está sufriendo y necesita solucionar necesidades inmediatas»

ACCIONES FRAUDULENTAS

Usted dice que “lo fraudulento fue lo protagonista” el 15 de octubre. ¿A qué elementos hace referencia?

—Son diferentes irregularidades. Es el Gobierno utilizando todo su poder para ganar ventaja en la contienda electoral, que llevaron al resultado que conocemos. Se tienen acciones antes, durante y después de la elección. A las cosas conocidas que ocurrieron antes podemos montarle encima el tema comunicacional, hablamos de una oposición que no tiene el mismo acceso a los medios que el Gobierno, que usa recursos del Estado para esto. Además, tenemos el día de la elección y el ataque a los autobuses que iban a los nuevos centros reubicados, también las denuncias de mesas donde sacaron a los testigos. Y luego se tiene también lo que puede ocurrir después de la elección, que nunca había ocurrido nada hasta el caso Bolívar que después del conteo de los votos se alteró un acta, en este caso lo hicieron de manera manual.

¿Y por qué hablar de fraude y no de trampa en el resto de los casos?

—Se tiende a llamar fraude a una inconsistencia numérica entre lo que la máquina arroja, lo se introdujo en ella, y el acta final. Pero hay acciones fraudulentas en el sentido que son acciones que inciden en que lo que se meta en la máquina no sea el reflejo de lo que en la población existe. Un ejemplo es la reubicación de votantes para generar confusión. Cuando se colocan barreras para que el votante llegue, eso influye en que un tipo de votante no vaya y no termine ejerciendo su derecho. Otra cosa es el rellenado de votos en las máquinas cuando no está el testigo o se saca al testigo del centro, una misma persona aprieta el botón varias veces y entonces la máquina va coincidir entre lo que se apretó con el resultado del acta, pero ese no es el reflejo de la realidad porque hubo suplantación de identidades si una misma persona votó varias veces por otras que no fueron a votar. Se le llama irregularidades, pero son acciones fraudulentas porque terminan distorsionando la verdad. Son delitos electorales y ocurrieron. Y por supuesto que son determinantes y más cuando hay entidades que terminaron con un margen tan cerrado. Nuevamente, el caso Bolívar es distinto, porque además de ocurrir este tipo de cosas pasó una adicional que hasta ahora no había ocurrido que es una inconsistencia entre máquina y acta. Fue eliminada el acta que arrojó la máquina al final, Andrés Velázquez y sus testigos la tuvieron en sus manos y eso es lo que muestran, pero ese acta se invalidó y se realizó un acta manual.

«Se le llama irregularidades, pero son acciones fraudulentas porque terminan distorsionando la verdad. Son delitos electorales y ocurrieron»

Pero hasta ahora no hay pruebas que demuestren esas suplantaciones de identidades…

—Es necesaria la auditoría. La única manera de demostrar esto es realizar una revisión dactilar o biométrica y saber qué personas pusieron el dedo para activar la máquina. Al ver una misma huella 5 veces es porque esa persona votó por otras. Si bien el protocolo electoral dice que no puedes evitar que una persona vote porque su huella no haga match, eso queda registrado como incidencia, esa huella se puede ver. Entonces, en esas incidencias se puede ver cuál es la huella que se introdujo y observar si fue la misma persona o no. Sin auditoria todo queda en supuesto, porque si el testigo de la oposición no estuvo allí no vio que eso estaba ocurriendo y no se levanta la alerta. Esos testigos son el primer mecanismo de cuidado para que esto no ocurra. Estas son entonces las 1.615.000 incidencias que menciona Julio Borges.

¿La oposición tuvo la capacidad humana, en términos de testigos, para garantizar la vigilancia al voto?

—Sí la ha tenido. El ejemplo más cercano es el 6 de diciembre de 2015, pero por supuesto es muy difícil tener acceso a todos los centros de votación. Eso necesita una maquinaria importantísima, se necesitan recursos, son personas que se tienen que mover, dormir ahí, tienen que comer. Eso en 2015 funcionó bastante bien pero ahora parte del problema de haber adelantado la fecha de las elecciones fue el disminuir la capacidad de la unidad para poder armar esa logística. Aparte, hay un factor grande en esa capacidad de la Unidad que empezó a ser golpeada desde el momento que pusieron preso en el Sebin a Roberto Picón, él es el cerebro electoral de la Mesa de la Unidad, es la persona más capacitada para armar este tipo de logística pero fue retirado del juego. Si a eso se le suma que se da un tiempo muy pequeño para organizarse, definitivamente no pudieron poner la maquinaria a tono y esto abrió oportunidades negativas. Además de los casos que ya habían sido denunciados en 2015 en los que en pueblos aislados se saca a los testigos y se les amenaza.

«El problema de haber adelantado la fecha de las elecciones fue el disminuir la capacidad de la unidad para poder armar esa logística de testigos»

“EL VOTO OPOSITOR SE DESACTIVÓ”

¿Por qué se aceptó ir a votar en esas condiciones?

—El sistema tuvo fallas pero cada uno de los factores políticos hizo sus apuestas. El Gobierno hizo la puesta de que podía desactivar el voto opositor de forma que el resto de las cosas que iba a hacer pudiesen dar el golpe de gracia. La apuesta de la oposición era que si lograba mantener activa la votación que tuvo en 2015, aún y con todas esas incidencias, no le iba a alcanzar al Gobierno para ganar las gobernaciones, y así fue en 6 entidades en las que todo lo que el Gobierno hizo no le alcanzó para ganar. Creo que lo que terminó marcando la diferencia fue otra cosa, porque se sabía que iban a ocurrir irregularidades y se sabía que habría algo nuevo, que en este caso la novedad fue la reubicación de 700 mil electores a nivel nacional, pero si hubiese habido el ánimo del voto opositor cómo en 2015, se hubiese terminado ganando en la mayoría de las entidades, no con el margen tan amplio que se obtendría sin irregulares pero sí se hubiesen ganado.

¿Qué incidió entonces para que no se activara el voto opositor? ¿Hubo un voto castigo, una abstención por descontento o un despertar del voto chavista?

—El voto chavista continuó siendo el mismo de 2015. Lo que hizo el chavismo es que con su red clientelar tiene desplegado el carnet de la patria y las bolsas CLAP. El trabajo del Gobierno fue decirle a sus seguidores y a sus posibles votantes que en esa elección no tenía ningún impacto en el juego nacional, es decir, Maduro va a seguir siendo presidente y cualquiera de las dos opciones no va a marcar diferencia; eso lo vendió muy bien el Gobierno nacional. En ese sentido, ofreció un alivio inmediato a través de las bolsas CLAP, entonces activó su voto y logró mantener parte importante de sus electores. En el caso de la oposición esto no fue así por el mismo motivo, si se le dijo a la gente que esto no es importante para el juego nacional y para ti lo que vale es el juego nacional, entonces la motivación a votar baja y si se le añaden obstáculos, te quedas en el camino. Todo eso le pasó a la oposición. Había gente molesta con la Mesa de la Unidad por lo que venía ocurriendo y que responsabilizan a la MUD directamente de todo, otro votante que simplemente no estaba animado porque siente que todo lo que hace nada da resultados y el Gobierno es muy fuerte, y otro grupo que sentía que no era importante y no se esforzó ni se arriesgó por votar. Todo esto junto hace que la oposición perdiera más de dos millones de votos entre 2015 y 2017.

«El Gobierno hizo la puesta de que podía desactivar el voto opositor de forma que el resto de las cosas que iba a hacer pudiesen dar el golpe de gracia»

¿Fue un triunfo del Gobierno?

—Esto terminó siendo exitoso para el Gobierno porque todo ese ventajismo que estuvo usando tuvo resultado. Adicionalmente la posición estaba contando con el voto de 2015 y eso voto no es totalmente de la MUD. La parte dura de ese voto era aproximadamente un 35 %, es decir solo ellos son seguidores de la MUD y son fáciles de activar para los líderes opositores. El resto de los votantes son un voto circunstancial, son personas que se oponen al Gobierno pero tienen dudas con la MUD, ahí está el combo perfecto, este segundo grupo en esta ocasión tuvo muchas dudas para salir a votar.

TERREMOTO EN LA UNIDAD

¿Es posible desmontar esta fórmula electoral ganadora del Gobierno?

—El Gobierno creó una nueva forma de ganar siendo minoría, eso es así. La forma de desmontar esto es primero trabajar por condiciones electorales favorables en las que se pueda ser competitivo y para eso se necesita generar mucha presión en el aparato de Gobierno y en el bloque de poder desde distintos flancos: sociedad internacional, resistencia pacífica y sociedad civil organizada. Pero para eso se necesita un operador político aceitado y una sociedad realmente organizada y estos pasos no se han dado. No ha hay una coordinación amplia, ni una hoja de ruta clara con capacidad para tomar decisiones y llegar a acuerdos. Entonces, vemos lo que ocurre ahora. La Unidad Democrática que ya llevaba un año y medio siendo bastante frágil terminó de crear una especie de terremoto y está pasando una crisis de la que debe salir lo más pronto posible. Pero se necesita un aparato aceitado, se debe recuperarse la confianza de los votos que se perdieron de 2015, hay que terminar de enseñar un camino en el que la gente confíe y que en esa ruta además de otros factores esté la vía electoral. Eso es importante porque con una gran mayoría es imposible que con estas irregularidades pueda ser vencida. Por otro lado, con una sociedad civil organizada se puede lograr otro tipo de mejoras con presión internacional y presión interna para mejorar las condiciones electorales. Entonces, sí es posible pero se necesitan una serie de elementos que parecieran no estar allí ahora.

Y la juramentación de cuatro de los cinco gobernadores opositores ante la Asamblea Nacional Constituyente no contribuye para generar esa confianza…

—Eso que ha ocurrido es la primera gran promesa incumplida de esos cuatro gobernadores electos. No es que la oposición fue a la Asamblea Nacional Constituyente, no, fueron cuatro gobernadores, fue un partido político, el resto no lo hizo. El gobernador de Primero Justicia no fue y si hubiesen quedado electos otros candidatos tampoco lo hubiesen hecho. Todo esto que está ocurriendo contribuye a mermar la confianza en el operador político, esto es ineludible, ya estaba allí. Ya se venía con un bajo ánimo, se perdió una elección, ya había señales de que el fraude no pudo ser combatido y ahora se dan señales de que las promesas con las que se llevaron a los votantes a las urnas electorales, en el caso de estos cuatro gobernadores, tampoco fueron cumplidas. Todo esto representa una urgencia para trata de encontrar esa fórmula para frenar ese terremoto y más bien revertirlo y generar confianza. Algo que difícilmente se lograría con un operador político desunido o incoherente.

«Ya había señales de que el fraude no pudo ser combatido y ahora se dan señales de que las promesas con las que se llevaron a los votantes a las urnas electorales tampoco fueron cumplidas»

¿Y no es inconsistente decidir participar en una elección de gobernadores para “recuperar espacios” y luego dejarlo perder solo por no ir a juramentarse?

—No, porque estos espacios están allí. Por ejemplo, Zulia es un espacio que se ganó y ahora es cuando se tiene que dar la pelea. Se sabía que estas cosas iban a pasar, ya se había anunciado que los gobernadores electos debían ir a la Asamblea Constituyente a juramentarse pero se le ofreció a la población que esto no se iba a hacer, esa fue la oferta y había que cumplirla. No era simplemente ganar la gobernación por ganarla, era por el significado. Aquí ningún candidato debía plantearse que iba a ganar una gobernación, que iba a asumir sin ningún problema e iba a poder gobernar. Se sabía todos los problemas que se iban a tener en frente, por eso desde un principio todos recomendamos que esta elección se planteara como una lucha y así lo acogió la Mesa de la Unidad. Ahora la lucha es la que ha dado Andrés Velázquez en Bolívar y la lucha que debe dar Guanipa en Zulia.

¿Qué podría implicar para los cuatro estados y para el Zulia estas juramentaciones, en términos de poder, asignación de recursos y ante la imagen internacional?

—Frente a la comunidad internacional es una imagen negativa, el mensaje que se está dando es que la Unidad no tiene esa estructura que se necesita para llegar a acuerdos y hacerlos cumplir. Ahora, estas cuatro gobernaciones van a sacar poco de allí, creo que van a recibir cascarones vacíos. Una vez que estuvieron ante la Asamblea Nacional Constituyente toda su gestión deberá girar en torno a esto, el dicho dice que quien se humilla para evitar la guerra, tiene la humillación y también tendrá la guerra, me parece que el tiempo va a demostrar que fue un gran error haber dado ese paso. Para el Zulia puede implicar nuevas elecciones pero no se puede escapar a lo que ocurre, el Gobierno siempre va a poner obstáculos y trabas, te va a empujar hacia allá, lo que se debe hacer es enfrentarlas. El caso de Zulia hay que elevarlo a nivel internacional y hacer mucho ruido con esto, igual con Bolívar, pareciera que Andrés Velázquez está solo pero estos debieron haber sido los casos emblemáticos para ir llenando el prontuario del Gobierno, seguir haciendo presión en el bloque de poder e ir acercándose al objetivo y al cambio, si no se aprovechan estas oportunidades se queda sin nada. El camino hacia el cambio es complejo, es un trabajo de hormiguita y estos casos deben transformarse en un acercamiento.

Pero aún así se habla de una fractura dentro de la Unidad con esta acción. ¿Qué implica esto?

—Eso es completamente evidente, la fractura es pública y notoria, ya escuchamos a Capriles diciendo que él se retiraba de la MUD mientras estuviese Ramos Allup dentro de ella, además lo que estos gobernadores hicieron contradice lo que la MUD había planteado y lo que fue la oferta electoral incluso. Y como esto tenemos otros movimientos internos, incluso dentro de los mismos partidos se escuchan señales cruzadas. La Unidad venía siendo bastante frágil y lo veíamos en su accionar, no había una hoja de ruta común y disposiciones de los diferentes partidos eran comunicadas sin haber sido acordadas y lo que ocurrió a partir de estas elecciones lo que hizo fue mover el palito que mantenía aquello sostenido. Por supuesto, en este momento el terremoto está en pleno y hay que ver que termina saliendo de allí luego de este movimiento, puede ser positivo y puede ser una oportunidad de sincerar las cosas internamente y pasar, entonces, a surgir un tipo de alianza que pueda tener esa capacidad de establecer una hoja de ruta común, que todos transiten con ella, que se ofrezca a pueblo y la gente esté clara cuál es el plan que se ofrece.

«Lo que ocurrió a partir de estas elecciones lo que hizo fue mover el palito que mantenía aquello sostenido»

DESVENTAJA ELECTORAL

¿Cuáles son los escenarios para la Mesa de la Unidad en este momento?

—Al país le conviene que la MUD pueda reestructurarse y comience a avanzar, pero la Mesa de la Unidad como la conocemos está muriendo y una posibilidad es que todos los partidos terminen desperdigados como un archipiélago y esto se traduce en una lentitud tremenda en la oposición y en la búsqueda del cambio porque cada partido es débil y no tiene la fortaleza que tenían juntos. El establecer otro tipo de alianzas es costoso, si nos vamos a los hechos y a la experiencia, de la coordinadora Democrática a la Unidad democrática pasaron tres años, es decir, estas no son cosas que se hacen rápido. Pero tenemos la posibilidad de que se termine desperdigando todo en un archipiélago, así la posibilidad de la oposición de generar cambios se hará mucho más lenta. Las otras opciones son que se establezca algún tipo de alianza pequeña de dos o tres grupos y ellos empiecen a coordinarse entre sí, una especie de caminar de diferentes alianzas por separado pero de manera coordinada, habría que ver cómo funcionaría eso. Otra opción es que la Mesa de la Unidad termine de reestructurarse, eso puede ser con todos los factores que hoy están nuevamente reunidos pero con nuevas reglas, o que alguno de esos factores no esté ahí adentro y que la mayoría de los otros factores, que son el corazón, sí estén. Dentro de esta reestructuración también se habla de ampliar esto, que haya una instancia electoral cómo hasta ahora lo fue la MUD pero que la instancia de coordinación de los factores democráticos sea aún más amplio y se incorpore a la sociedad civil.

«Otra opción es que la Mesa de la Unidad termine de reestructurarse, eso puede ser con todos los factores que hoy están, o que alguno de esos factores no esté ahí adentro»

¿Y esto no fue lo que se intentó a principios de año cuando se crearon las coordinaciones por sectores y se eliminó la secretaría ejecutiva de la MUD? ¿Cómo puede funcionar ahora si ya no lo hizo?

—Esa reestructuración no fue efectiva porque se hizo solo en declaración de intenciones pero no se formalizó, la sociedad civil no fue incorporada allí. El tema de las marchas, la urgencia de lo inmediato cambió las reglas del juego, luego vino esta parte electoral que lamentablemente hizo que todo lo demás también se olvidara. Esto es lo que hay que rescatar y hacerlo efectivo porque el que problema es que no se hizo funcional.

¿Si se termina de quebrar el pacto opositor cómo quedaría el panorama ante unas elecciones municipales?

—Los factores opositores terminarían estando en una posición bastante débil y dependería todo de voluntades individuales en cuanto a partidos y en cuanto a personas. Habrá líderes que en alguno estados sí tendrán cierta fortaleza y podrán competir contra ese aparataje del Gobierno pero sin duda la oposición estaría en una desventaja electoral. Hay partidos que no van a participar, como Voluntad Popular, y otras personas como Henrique Capriles que ya anunciaron que van a renunciar a la ruta electoral. Todo esto significa entrar en una  elección municipal bastante compleja en una situación de debilidad tremenda. Hablamos de 335 elecciones donde se debe tener un despliegue importante porque hay municipios donde con un mínimo de hechos irregulares ya es determinante para cambiar el resultado.

¿Cabe el surgimiento de grupos externos o de nuevos liderazgos opositores?

—Eso es parte de lo que viene. Si algunos partidos no participan en las municipales los espacios que queden vacíos tendrán que ser llenados por nombres nuevos de otros partidos que sí participen. Si Acción Democrática quiere tener 335 candidatos, sin duda deberá haber caras nuevas, pero será un reto para estos partidos no solo para participar sino por los recursos que se necesitan para defender el voto, para la campaña electoral y para encontrar los líderes correctos que surjan y puedan dar la batalla. Esa elección va a basarse en liderazgos locales.

¿Está la MUD a tiempo para refundarse a un año de unas elecciones presidenciales?

—Si la voluntad está allí, sí, es un asunto de voluntades. La elección presidencial representa un reto mucho mayor al Gobierno, es decir no le es tan sencillo como una elección de gobernadores o una elección municipal porque aquí la idea de que el voto impacta el cambio político es mayor y está más claro y el Gobierno ya no podrá vender que el no votar no incide en nada. Entonces, es mucho más difícil para un Gobierno donde el 80 % de la población quiere un cambio, allí sí la oposición partiría de una posición de ventaja pero si va unida. Ir unida quiere decir que todos los factores deben trabajar por un candidato, tener una maquinaria moviéndose en todo el territorio nacional para cuidar el voto porque se está enfrentando a un aparataje que está diseñado y se está perfeccionando en crear irregularidades para voltear resultados. Además, internamente en el Gobierno la decisión del relevo o si Maduro sería nuevamente el candidato. Si es el mismo Maduro es más fácil transmitir la idea del cambio, incluso en varias de las gobernaciones que ganó la oposición el candidato de Gobierno era el mismo gobernador.

«La elección presidencial representa un reto mucho mayor al Gobierno»

¿Cómo queda la posibilidad de un diálogo en este momento?

—Cómo posibilidad el diálogo siempre debe estar presente. Es una posibilidad a la que se echa mano cuando tú sientes que puedes sacar algo de allí, que tiene sentido, no es ir a un diálogo diciendo “yo lo gano todo y aquel tiene que hacer lo que yo quiera”. Es ir cuando realmente tienes fuerza para negociar y en este momento no la hay. El Gobierno siente que debe sentarse con la oposición a negociar pero ¿a negociar qué? La oposición no tiene nada que ofrecer pero como el Gobierno se siente en una oposición de fortaleza quiere ir a imponerse, y sencillamente no tiene sentido ir a negociar con alguien que no tiene necesidad de ti.

 


El pueblo sufre

Más allá de lo electoral, ¿cómo puede comportarse el descontento social?

—La mayoría del voto que se desactivó y el que terminó votando por el chavismo el domingo 15 de octubre veía en esta elección que el candidato a gobernador podía solucionarle una urgencia inmediata y no contaba con el gran problema nacional. Esa sensación de que la oposición perdió la tienen los opositores, la población clase baja que está sufriendo y que necesita solucionar necesidades inmediatas le daba lo mismo una cosa o la otra, entonces, para ellos no están determinante que la oposición tuvo una gran derrota. Pero la crisis está allí, la crisis continúa, estamos en un país donde el 15 % de los hogares hay alguien que no come sino una vez al día, donde el 40 % no se come tres veces al día, un país en el que la escasez en el área de la salud crea una tragedia en los hogares, un país que va a terminar con 1.000 % de inflación este año y que se pronostica 4325 % para el próximo año. Así que por supuesto los motivos para que haya un estallido están allí, pero en la medida en la que se acelera la dependencia de las personas del Gobierno se disminuye esa posibilidad. Por ejemplo, en este país marchar es un asunto de clase media, en este país es un lujo para las clases bajas, un día que se marcha es un día que no se lleva comida para la casa. Para ejemplificar, en Cuba la gente siente que no puede hacer nada y como depende del Gobierno, cree que cualquier otra situación sería peor, es una desesperanza aprendida. Nosotros todavía no estamos allí pero es lo que quiere el Gobierno.

¿Valió la pena votar? ¿Participar y perder le lavó la cara al Gobierno?

—Se la ensució más porque todos los hechos irregulares que estuvieron obligados a cometer quedaron documentados y la comunidad internacional se ha enterado, por lo tanto cualquier fachada que quedaba de una sociedad democrática ha quedado al descubierto. Esta es otra lectura. Es lamentable haber perdido tantas gobernaciones pero esto no quiere decir que el Gobierno salió fortalecido de la elección, por lo menos no en el ámbito internacional. De no haber participado la oposición en la elección, el Gobierno no hubiese cometido tantas irregularidades. Ahora, hacia el futuro de participar o no participar, yo pienso que a la batalla electoral no se le puede dar la espalda, al contrario, hay que enfrentarlo con seriedad. Es decir, la oposición no puede decir que no va más a elecciones porque le hacen trampa o porque el Gobierno es malo, la oposición debe organizarse para enfrentar eso y crear condiciones mínimas y poder ir sabiendo que es mayoría, enfrentarlo y sacar el resultado.