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María Carolina Uzcátegui: “No tenemos reglas de juego claras”

Maria Carolina Uzcategui Consecomercio

“El peor error que puede cometer cualquier gobierno es tratar de controlar la inflación congelando los precios”


Enrique Meléndez

La presidenta de Consecomercio, María Carolina Uzcátegui, afirma que la guerra económica la causa un gobierno con la tasa de cambio a diez bolívares por dólar “que es absolutamente irreal”.

Critica que en el actual modelo abunde la incertidumbre, por lo que no es posible hacer proyecciones. “Aquí en Venezuela no se tiene nada claro”, dice en entrevista con “La Razón”.

¿Qué piensa usted de estos decretos de aumentos compulsivos de salarios que hace el Gobierno?

—El presidente ha decidido anunciar incrementos de manera unilateral. Estos incrementos no llevan la consulta necesaria, donde la norma internacional establece que este tipo de decisiones debe tomarse entre gobierno, empleadores y empleados.

La antigua tripartita que se conoció en los gobiernos de la República civil, ¿no es así?

—La tripartita que funciona en todos los países del mundo, excepto en Venezuela. Desde hace 18 años aquí no funciona la tripartita y, por supuesto, estos incrementos salariales, sobre todo los dos últimos años, se han tomado en forma unilateral, sin consulta a ninguna de las partes, generándose por debajo de las expectativas de los trabajadores y por encima de la capacidad de los empleadores. Tampoco vienen acompañados por una medida que estimule la producción, que mejore la condición socioeconómica del país y que realmente pudieran permitir que tuviesen el efecto deseado.

Hay que tener claro cuál es el problema que estamos viviendo, con una inflación desmedida, ya rayando en esquemas de hiperinflación, si tomamos en cuenta que en los últimos meses hemos tenido una inflación superior al 35 % mensual, y sólo en alimentos es más del 55 %. Nosotros estamos viendo cómo en menos de dos meses el precio de un producto se duplica, y no así los sueldos.

«Ya rayando en esquemas de hiperinflación, si tomamos en cuenta que en los últimos meses hemos tenido una inflación superior al 35 % mensual, y sólo en alimentos es más del 55 %»

El Gobierno alega que al mismo tiempo que hace ese anuncio de aumento salarial, también anuncia el congelamiento del precio de algunos productos. ¿Eso no compensa lo otro?

—El peor error que puede cometer cualquier gobierno es tratar de controlar la inflación congelando los precios. Los precios no suben porque el empresario quieren subirlos, porque el empresario quiera tener productos más caros. Los precios suben porque la estructura de costos, que significa producir un producto, se eleva, Significa que no tenemos una economía sana, no tenemos reglas de juego claras, lo que hace que todo el tiempo tengamos una economía dolarizada.

No se está produciendo a nivel de la agroindustria para abastecer al país. No tenemos una producción industrial manufacturera. El 70 % de nuestra capacidad instalada está ociosa, porque no hay materia prima, y muchos de los equipos han caído en obsolescencia. Los comerciantes no tenemos en nuestros inventarios productos nacionales para vender, como tampoco productos importados, porque las importaciones, que se estuvieron haciendo hasta hace mes y medio, se transaron a dólar paralelo y el 25 % con las divisas que se obtenían con las subastas. Ya no se tienen subastas, por lo tanto el 100 % se está transando a dólar paralelo que no le permite al comerciante calcular cuál es el precio de reposición de ese producto. Si yo vendo cualquier producto que tenga en mi anaquel, lo voy a vender a un precio hoy, pero muy probablemente cuando vaya a hacer el pedido para colocarlo en el anaquel, ya ese producto debe tener un precio al doble o al triple de lo que lo vendí.

El Gobierno alega que ahí hay un alto componente de especulación y que forma parte de la guerra económica. ¿Qué dice usted?

—Lo primero que hay que enseñarle al Gobierno y a la mayoría de los venezolanos es a utilizar un diccionario. ¿Qué significa especulación? Significa hacer pronósticos sin fundamento científico. Aquí en Venezuela no se tiene nada claro. ¿Cuándo es el nuevo aumento salarial? No lo sabemos. Hoy el presidente hace un anuncio, ¿pero cuándo será el próximo? ¿En enero? Ni idea.

Hace años atrás a usted le preguntaban que cuándo iban a decretar un nuevo aumento salarial, y usted respondía que el primero de mayo, y estimaba que iba a estar por el orden del 30 %. Hoy en día ningún comerciante tiene capacidad de hacer esos cálculos. ¿A cuánto va a estar la tasa de cambio en una semana? No lo sabemos. Puede estar más arriba o puede estar más abajo.

No tenemos reglas de juego claras. No se puede manejar una economía con un dólar a diez bolívares —que nada más beneficia a un grupo muy cercano al Gobierno— y un paralelo que ya supera los cuarenta mil bolívares, sobre el cual no se puede hacer ningún cálculo. Porque yo le pregunto a usted como periodista: ¿en cuánto va a cerrar el dólar al final de año? ¿Cuál va a ser la estimación de esa tasa de cambio?

«El comercio en Venezuela se ha reducido en un 60 por ciento»

Se estima en unos cincuenta mil bolívares…

—¿Se estima a esa tasa? Hace unas semanas yo fui a un evento de Ecoanalítica en el cual dijeron que para el cierre del año iba a estar en 40 mil bolívares, y ya pasamos por ahí. De manera que al no haber ningún fundamento para hacer los cálculos, los comerciantes pudiéramos ser catalogados como especuladores, porque fijamos determinados precios.

Además, eso de la guerra económica la causa un gobierno que tiene una tasa de cambio a diez bolívares por dólar que es absolutamente irreal, que la utilizan ellos para comprar productos afuera y comercializarlos aquí a muy por debajo de los costos de producción, perjudicando al empresario venezolano, un empresario que tiene que someterse a un régimen de cambio paralelo, porque no tiene otra forma de acceder a divisas en ningún otro mercado para poder mantener su empresa abierta.

¿Cómo impacta cada uno de estos aumentos en las finanzas de las empresas del sector comercio?

—Por supuesto que se siente como un gran impacto y se observa en el hecho de que nosotros hemos reducido nuestras ventas. Los venezolanos utilizan el 90 % de sus ingresos sólo para comer, de acuerdo a los estudios de algunos especialistas. Luego un 5 % en transporte, el 1,5 % en salud, otro 1 % a bebidas alcohólicas y tabaco, y el restante 2,5 % a otras necesidades: educación, diversión, ropa y calzado. Eso hace que el sector comercio se vea muy limitado; se estima que el comercio en Venezuela se ha reducido en un 60 %.

De las subastas de dólares oficiales, ¿qué porcentaje obtiene el sector comercio de allí?

—Para poder adquirir divisas en estos mecanismos el acceso es muy limitado, y son muy pocos los comerciantes que lo logran. Algunos de ellos incluso están esperando que ese dinero les sea liquidado. Se les retuvieron los bolívares, mas no se les han liquidado los dólares. Además, hay una limitación anual de divisas que se pueden adquirir, y que resulta insuficiente para el desarrollo de cualquier empresa.

“Los venezolanos utilizan el 90 % de sus ingresos sólo para comer”

Usted ha llamado la atención del hecho de que hay algunos establecimientos comerciales donde también se venden alimentos. ¿Qué le hace pensar esa situación?

—No destaquemos el hecho de que haya mueblerías vendiendo alimentos. Eso fue un ejemplo que yo puse. Al igual hay farmacias vendiendo alimentos. Por lo que estaba diciendo anteriormente: el 90 % de los ingresos de los venezolanos está destinado única y exclusivamente a comida. Muchos establecimientos comerciales, en ese esfuerzo que hacen para mantener sus santamarías abiertas, se han dedicado a vender alimentos, y puede ser cualquier establecimiento; lo que significa que hay un esfuerzo del comerciante para sobrevivir.

¿Cómo está la situación del comercio en el interior del país?

—En iguales o peores condiciones que aquí en Caracas. Esta crisis que padecemos afecta a todo el comercio en el país, sobre todo a aquellos que están situados en zonas de frontera, donde también está presente el tema del combustible. Recordemos que todo el transporte de alimentos se hace por vía terrestre, de modo que todas aquellas zonas donde hay serios problemas de combustible se les dificulta mucho más.

Ese sería el caso de Sucre, que constituye una zona de destino final, y son muy pocos los productos que llegan hasta allá. En el caso de Brasil, el contrabando en la frontera es bastante fuerte; no solamente se utiliza el contrabando para abastecer de productos a la población a precios muchos altos, sino que además se utiliza el contrabando para poder tener acceso al efectivo, que también se comercializa en esta zona del país: por cada cien bolívares que se utilizan en la zona de frontera del estado Bolívar, le entregan a usted 145 bolívares. Lo mismo ocurre en Táchira, Zulia y Apure, en toda la región fronteriza.

En el oriente y el occidente del país también la situación es compleja. Estamos viendo cómo los venezolanos de alguna manera o de otra estamos tratando de sobrevivir ante una situación que está conduciendo al país a graves problemas de desnutrición. Se habla de que muere una cantidad importante de niños por problemas de desnutrición, y eso es algo que tenemos revisar, porque ya estamos hablando de un tema de lesa humanidad.

“Muchos establecimientos comerciales, en ese esfuerzo que hacen para mantener sus santamarías abiertas, se han dedicado a vender alimentos”

Al problema del efectivo, que usted lo acaba de mencionar, también se une el problema de los puntos de ventas, cuya tecnología se ha quedado obsoleta. ¿Qué dice al respecto?

—La plataforma bancaria nuestra no estaba preparada para que tantas transacciones se hicieran de manera electrónica. Se estimó, cuando se establecieron las redes que actualmente existen, un flujo determinado de transacciones para estas redes y hoy en día se ha superado con creces. Por supuesto hay retrasos; los equipos de los puntos de venta no se fabrican en el país, son importados.

Aparte de que el Gobierno no le otorga a las entidades bancarias divisas para poder renovar estos equipos. Pero es que el problema va más allá. El tema del efectivo es un tema de hiperinflación: los diez mil bolívares que le entregaba el cajero automático a finales de año, le servían para hacer muchas cosas que ahora no le alcanzan. Entonces, necesita más efectivo. Ya no es suficiente sacar la plata que da el cajero, ahora se necesita mucho más.

Estamos en una situación realmente compleja, y que hace mucho más complicado el desempeño del comercio en el país.

¿Siguen siendo muy rigurosas u frecuentes las visitas que hacen los agentes del Gobierno a los establecimientos comerciales?

—Sí, sobre todo hemos notado que cada vez se incrementa más la discrecionalidad de los funcionarios que hacen estas inspecciones a los comercios. Llegan con la intención incluso de obligar al comerciante a vender a precios de adquisición, a pesar de que el comerciante ha mostrado fehacientemente cuánto ha sido el costo por el cual ha adquirido los productos. Eso le produce al comerciante una descapitalización, pérdidas significativas, y elconsiguiente cierre del negocio.

“Los venezolanos de alguna manera o de otra estamos tratando de sobrevivir”


Cobran vacunas a comerciantes 

¿Qué sucede a nivel del tema de la inseguridad?

—Ese es un tema bastante grave, sobre todo en el interior del país. Claro, la capital no escapa tampoco de las circunstancias que atañen este problema, y eso se observa con los centros comerciales que cada vez van cerrando más temprano. Y si hablamos del comercio de calle, ya a las cinco de la tarde la mayoría de los comercios están cerrando. Es verdad que el hampa no conoce horario y pueden ocurrir hechos vandálicos a cualquier hora del día y en cualquier momento, pero en el caso del interior del país tenemos el agregado de las bandas organizadas, que hasta cobran vacunas a ciertos establecimientos para permitir que sigan con las santamarías abiertas, lo cual se ha convertido en un tema social.

Pero, a pesar todo, yo tengo absoluta fe en el país. Yo pienso que Venezuela se va a recuperar, a pesar de este panorama, y debemos estar preparados ya para pensar en la transformación de nuestras empresas: qué paradigmas vamos a adoptar pensando en nuestro futuro.