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Editorial | Maduro está manchado de sangre

masacre de El Junquito

El uso desproporcionado de la fuerza fue evidente en la masacre de El Junquito


Nicolás Maduro, la decadencia que él representa, ha traspasado cualquier límite. El espíritu destructivo de sus acciones, de su malgobierno, de la grotesca dictadura que comanda a sangre y fuego ha humillado constantemente a los venezolanos, hasta el punto de hacer de nuestro gentilicio algo irreconocible. Venezuela no es la misma, los venezolanos han sido castigados con furia por un régimen destructor. Maduro es, en definitiva, un costoso error histórico, el hijo pródigo de un sistema clientelar signado por la corrupción. Pero también por la muerte. Maduro lidera un gobierno asesino. Bajo su mandato nació la Operación de la Liberación del Pueblo, un sistema de violación de los derechos humanos que cuenta con decenas de víctimas, ejecutadas a manos de los cuerpos del seguridad del Estado. Es Maduro, con la colaboración de oscuros personajes como Néstor Reverol Torres, un depredador de las libertades ciudadanas, un feroz represor y el responsable de que centenares de presos políticos estén hacinados en los calabozos del país. El uso desproporcionado de la fuerza fue evidente en la masacre de El Junquito, donde fue asesinado Oscar Pérez y otros seis venezolanos que, amparados en el artículo 350 de la Constitución, se sublevaron en contra de quienes, a la postre, se convirtieron en sus implacables verdugos. El heredero de Hugo Chávez ha instaurado la pena de muerte y también ha pervertido a la instituciones. Bajo la égida de Nicolás Maduro grupos paramilitares son resguardados por la policía, mientras la Fuerza Armada permite que operen impunemente. “El carnicero” Maduro, como ha sido bautizado por el influyente semanario alemán “Der Spiegel”, es un personaje atroz que lleva a la nación hacia un desenlace aún más violento. Maduro está gestando un enfrentamiento fratricida, porque su objetivo es la total sumisión del otro, del contrario. Está decidido a acabar con quienes no se dobleguen y por eso su afán de fulminar la Constitución vigente. Es precisamente por esa razón por la que los venezolanos deben conjugar todos sus esfuerzos para evitar más sangre, más muerte, más de Maduro.