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León Arismendi: Pulverizan el valor del trabajo

Leon Arismendi

“Tanto la educación como el trabajo están en franca desarticulación y sobrevivencia”, sostiene León Arismendi, profesor de la Escuela de Derecho de la UCV y director del Instituto de Altos Estudios Sindicales


Carlos Díaz

“Estamos viviendo una destrucción del trabajo”, afirma León Arismendi, abogado laboral, profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV), director del Instituto de Altos Estudios Sindicales y consultor jurídico de la Asociación de Profesores de la UCV, en entrevista con La Razón.

“Ese proceso es contrario a lo que establece la Constitución, la cual señala que la educación y el trabajo son fundamentales para construir el Estado democrático y social de derecho y de justicia”, enfatiza.

En este sentido, explica que las sociedades progresan en la medida que sus sistemas educativos y laborales se encuentren bajo permanente desarrollo, y en Venezuela este ámbito se está experimentando en el sentido inverso. “Tanto la educación como el trabajo están en franca desarticulación y sobrevivencia”, advierte.

«El gobierno distorsiona el salario con el incremento del cestaticket»

“Desde las universidades se enseña que el trabajo es factor de progreso que permite a las personas obtener ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades y, de igual manera, para garantizar su futuro y el de sus familias. La realidad en Venezuela se ha encargado de desbaratar esta premisa”, señala.

Al respecto, destaca que en los recientes años fue pulverizada en los venezolanos la esperanza de que a partir del trabajo se pueda superar la situación actual de pobreza y precariedad económica. “Los trabajadores sienten cada vez más que el salario no les alcanza ni para comer, precisamente cuando la concepción moderna de la remuneración es para atender la vivienda, calzado, es decir, confort que mejore la calidad de vida”.

DISTORSIONAN EL SALARIO

¿Cómo sobrevive un trabajador que gana salario mínimo?

El Estado venezolano, en vez de crear condiciones para generar empleo, producción y riqueza, se ha encargado de destruir cualquier posibilidad de que eso sea así. Esta es una nación desarticulada desde el punto de vista institucional y de su infraestructura. En el caso, por ejemplo, de los profesores universitarios el que más gana no le alcanza ni para comer ¿Cómo sobrevive una persona que percibe salario mínimo?

¿Qué opina que la mayor parte del ingreso del trabajador provenga del ticket de alimentación y no del salario?

El gobierno convirtió el llamado cestaticket socialista de alimentación en la mayor parte del ingreso, con lo cual se distorsiona el salario. La base de cálculo para los beneficios socio-laborales, es decir, vacaciones, prestaciones sociales, utilidades, bonos nocturnos, se realiza sobre el salario. Si el cestaticket es incrementado al ritmo actual el mensaje es que la remuneración es para comer y, ni siquiera, porque la sumatoria de ambos no llega a 800 mil bolívares mensuales, es decir, para medio comer una vez al día ¿Cómo hace una familia para sobrevivir con este ingreso? No cabe ni siquiera hablar de pobreza sino de un proceso acelerado de destrucción de la familia.

¿Se está perdiendo el valor del trabajo como factor para lograr progreso?

Uno de los factores por los cuales las personas se están yendo del país es que se comprenden que a través de un título universitario no se puede acceder a lo fundamental para vivir. Por tanto, no hay ningún estímulo. El mensaje es desesperanzador. El Banco Mundial indica que una persona está en el umbral de la pobreza cuando recibe un ingreso diario inferior a 1.90 dólares, y en Venezuela es menos de 1 mensual.

«No cabe hablar de pobreza. sino de destrucción de la familia. El ahorro y las prestaciones sociales desaparecieron»

¿Cómo se han visto afectadas las relaciones laborales?

Los contratos colectivos no se discuten, les interponen cualquier obstáculo y la actividad sindical está seriamente reprimida por el gobierno. Además, las negociaciones salariales se han vuelto calamitosas, porque mientras no se adopte una política económica que revierta la inflación las posibilidades de que los salarios compitan con los precios es casi una ilusión. El gobierno, violando normas básicas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) –que establece que los salarios mínimos deben ser pactados y no una imposición unilateral-, decretó el año pasado 5 o 6 ajustes y, sin embargo, el ingreso sigue siendo cada vez menor.

¿Es ético que el gobierno enfoque esos ajustes como logros de su política salarial?

Estamos frente a una estafa descomunal; insinuar que se trata de un avance o progreso es una burla contra los trabajadores. Y, además, proviene de alguien que se dice Presidente Obrero, y lo cual termina siendo un eufemismo el decir que esas medidas son para proteger a los trabajadores ¿Cómo convencer a un trabajador que eso es verdad cuando él sabe que la remuneración que percibe le alcanza cada vez menos?

¿Existe la guerra económica?

Quien tiene una guerra económica en contra del país es el mismo gobierno. De no adoptarse las medidas necesarias, seguiremos cayendo por este barranco. Y cada vez que el gobierno dice esas cosas el mensaje que se comunica es que no tiene sentido la inversión en Venezuela.

DESAPARECEN EL AHORRO Y EL SALARIO

¿La política salarial del gobierno viola las leyes y la Constitución?

El Convenio 95 de la OIT establece un conjunto de protecciones al salario, y se viola cuando entonces lo que se incrementa es un ingreso no salarial. Pero, además, eso nos coloca lo que en derecho se conoce como regresión. La Ley del Trabajo se reformó en 1997 y uno de los propósitos fue incorporar al salario todo lo que eran subsidios: se le conoció como la salarización de los bonos que existían para entonces. Y los que hoy están en el gobierno eran en ese entonces los críticos más radicales de la bonificación de la remuneración porque, además, atenta contra las prestaciones sociales. Hoy el ticket de alimentación es más del doble del salario mínimo, por tanto, desaparece a las prestaciones sociales. Además, no llega a 20 % la tasa de interés que el Banco Central de Venezuela le asigna a las prestaciones sociales. Por tanto, vemos que el ahorro forzoso impuesto por la ley es retribuido con 20 % cuando la inflación supera el 800 %. Vale decir, entonces, que el salario y el ahorro desaparecieron.

¿Es correcto que los trabajadores soliciten adelantos de sus prestaciones sociales para la compra de alimentos?

Los ahorros están concebidos para satisfacer las necesidades a mediano plazo, y es por ello que anteriormente las cajas de ahorro se utilizaban para adquirir un carro, por ejemplo, y las prestaciones eran dirigidas a atender temas relacionados con la salud, educación y vivienda. Actualmente, las prestaciones no sirven para ninguna de estas tres cosas: hoy los trabajadores las solicitan, bajo cualquier excusa, para completar la compra de comida. Si los trabajadores emplean sus prestaciones sociales para comer, por tanto, ese derecho socio-económico no está cumpliendo la finalidad para la cual fue prevista.

¿Cuál es el impacto de los bonos que está otorgando el gobierno sobre los derechos socieconómicos de los trabajadores?

Esa es la sintomatología del desastre en el cual estamos. Los subsidios siempre harán falta pero este gobierno los otorga como si tuviese asistiendo realmente la problemática que padece la gente. Es evidente que quien lo recibe, algo resuelve porque es un dinero que no estaba en sus cuentas pero tampoco alcanza para más. El mal ya está diagnosticado y el posible remedio también. Aquí lo que tiene que haber es un gran acuerdo nacional que convoque a las organizaciones representativas de los trabajadores y de los empleadores para lograr ajustes que permitan cambiar la política económica. Si eso no ocurre, las posibilidades de que el país mejore son remotas y, entonces, seguiremos por el despeñadero del desastre. Y, por el lado del gobierno, no veo ninguna señal de cambio.

«Según el Banco Mundial una persona está en el umbral de la pobreza cuando recibe un ingreso diario inferior a 1.90 dólares, y en Venezuela es menos de 1 mensual»

¿La caída del poder adquisitivo del salario es terreno fértil para implementar políticas clientelares?

Eso forma parte de la campaña electoral de Maduro, y también de una política clientelar: todo aquello que se le criticaba a los viejos partidos hoy en día ha sido llevado a extremos jamás vistos. Esos bonos significan un alivio para quienes lo reciben pero es también una política destinada a mantener una clientela política y, asimismo, para hacer creer que la gente necesita del gobierno para sobrevivir. No creo tampoco que esto sea parte de un plan preconcebido de manera intencional sino que fuimos cayendo de error en error con una política económica que ha tenido este resultado.

EL VALOR DEL TRABAJO SE DESMERITA

¿Se discrimina y excluye a los trabajadores que no tienen el Carnet de la Patria?

Eso ha sido denunciado ante la OIT como un factor de discriminación, al igual que otros mecanismos utilizados en la administración pública. Condicionar el otorgamiento de un determinado beneficio y exigir como requisito que las personas se hayan inscrito previamente en el Carnet de la Patria o tengan determinada creencia política, es un trato absolutamente discriminatorio. Lo que identifica a los venezolanos es la cédula de identidad y no se necesita ningún otro requisito para ser beneficiario de programas estatales. Y en el mundo del trabajo más todavía, es decir, no se le puede dar un trato a un trabajador porque tenga o no el Carnet de la Patria, porque se atenta contra la igualdad; todos los venezolanos somos iguales ante la ley y las instituciones.

¿El Carnet de la Patria viola la Carta Magna?

Viola el principio de igualdad que está en la Constitución. Uno de los grandes propósitos de la civilización ha sido que todos seamos iguales y tengamos las mismas oportunidades. Ese es un principio fundamental  y cualquier política que sea discriminatoria es, por ende, violatoria de la Constitución.

¿Esta política de bonificación promueve el parasitarismo social?, ¿ello no atenta contra el valor del trabajo?

Eso sucede cuando los beneficios no son focalizados sobre objetivos determinados. Eso coloca a quien vive de su trabajo en una situación muy difícil. Porque se crea una situación en la cual el valor del trabajo se desmerita. Por ejemplo, hay oficios –como el que revende productos- que gana mucho más que aquel trabajador que sí cumple con una jornada laboral. Es decir, el estímulo para trabajar llega a cero. En los países desarrollados el empleo formal constituye la gran fuente de progreso, sin embargo, en Venezuela la actividad informal genera mayores ingresos que la formal.

¿El IVSS está brindando asistencia médica oportuna y adecuada a los trabajadores?

Parte de la destrucción del trabajo es la crisis del IVSS. Los trabajadores cotizan, por tanto, deberían tener acceso a hospitales de calidad y debida atención médica. Imagino que el IVSS también debe estar en una situación de supervivencia porque lo que recibirá por concepto de cotizaciones no debe alcanzar para nada. En el caso de los pensionados están mucho más afectados en comparación con los trabajadores activos porque no les pagan los tickets de alimentación y, además, son más vulnerables a las enfermedades y por tanto deben realizar gastos en medicamentos que cada vez son más costosos.


La conflictividad se multiplica

¿Estamos a las puertas de una explosión social?

El mal que padece la economía ya está diagnosticado y se sabe cuál es el remedio. Apuesto a una salida pacífica y democrática que implique recomponer la vida institucional y a través de un acuerdo. Tan solo este año ha habido más de 300 protestas por temas relacionados con lo laboral, la conflictividad se está multiplicando porque el hambre es una situación muy difícil de soportar. El hambre no lo habíamos vivido los venezolanos. Ahora, ¿puede haber estallido social?: puede haberlo y no lo deseo, lo que aspiro es que esa conflictividad sea canalizada mediante las las vías correctas.

¿Cómo revertir la fuga de cerebros?

En 2017 la deserción entre mi alumnado fue de 13 %, y es la misma situación que estamos viviendo este año. Mantener un hijo en la universidad cuesta muchísimo dinero: pasaje, desayuno, no es tarea sencilla. Mientras no haya una tendencia distinta a la actual en el rumbo del país y de la economía, ese indicador seguirá siendo el mismo. En una primera fase se fueron del país los profesionales y especialistas, y ahora se están yendo los profesionales de otras calificaciones. Esa fuga de cerebros implica que tendremos más dificultades para reconstruir al país, porque no será sencillo convencerlos de que regresen.