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Crónicas Bolivarianas: Museo Bolivariano de la Corrupción

Museo Bolivariano

El ala principal de la edificación será reservada, para la exhibición de los objetos que han marcado hitos en la Historia Bolivariana del ñemeo, tales como la Maleta de Antonini Wilson o la Contadora de Billetes de Danilo Anderson 


O.E.

Suma adeptos, la idea de erigir el Museo Bolivariano de la Corrupción. Una institución con fines de lucro – de lucro ilícito ¡faltaría más!- destinada a la exposición, exhibición, estudio y justificación filosófica del oficio más antiguo del Mundo –del Mundo robolucionario.

Nunca faltan los contratiempos. Cada vez que se inicia una colecta pública para la construcción de la sede o los recursos se incluyen en la Ley de Presupuesto correspondiente, alguno o algunos, de los miembros fundadores se los roban. Ese es el lado malo. El bueno, es que queda, así ratificada la irrevocable voluntad, el amor, el furor de Mesalina por guisar. “Guisa bien y no mires con quien” es retruécano que adornará el frontispicio de la futura edificación.

Fundar un museo, es oportunidad de honrar a personas con logros notables en determinado campo de la “cultura”. En este caso, a los valerosos guisadores, que sin importarles un carajo que se han expuesto al desprecio público, los pobres. Todo, para garantizarse a sí mismos, hijos, nietos, bisnietos y recontratatarietos, sin faltar, yernos, nueras, primos, parientes lejanos, amigotes y amiguitas, un futuro pletórico

Nuevos contratiempos. “Que le pongan el nombre “Museo de la Corrupción Bolivariana, Diosdedos Cabullo”, exigió uno. “Que lleve el nombre de la Hiena Cucuteña”, reclamó otro. Tampoco, terció un tercero, que sea el del más choro de todos los choros: “El Nerón de Sabaneta” (q.e.p.d.).

El ala principal de la edificación será reservada, para la exhibición de los objetos que han marcado hitos en la Historia Bolivariana del ñemeo. La Maleta de Antonini Wilson, la Contadora de Billetes de Danilo Anderson, el Esmeril del susodicho Diosdado, la gema de todas las gemas: la gandola en la que la “Hiena Cucuteña” se llevó para su casa, los 11 millones de dólares, billete sobre billete, con que lo sobornó la Odebrecht.

Habrá visitas guiadas para la chiquillería. No podían faltar. La permanencia, siglos de los siglos, de la ROBOlución, depende de las nuevas generaciones o mejor dicho, de las nuevas degeneraciones bolivarianas.

EPIGRAFE:

La permanencia, siglos de los siglos, de la ROBOlución, depende de las nuevas generaciones o mejor dicho: de las nuevas degeneraciones bolivarianas