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Un ataque sanguinario con poca sangre

Los opositores fueron descalificados inicialmente al estilo cubano, poco les faltó para llamarlos gusanos, aunque sí les dijeron apátridas, fascistas, miserables


Luis Fuenmayor Toro

Las relaciones entre los venezolanos se han vuelto difíciles en el país dada la grave crisis económica existente, en cuya solución el Gobierno no ha dado pie con bola. A la escasez, inflación y devaluación, se unen las mentiras y manipulaciones gubernamentales, la represión ante las protestas, el acaparamiento de comerciantes inescrupulosos, las agresiones de los llamados bachaqueros, el matraqueo de todos los funcionarios policiales y militares, sin excepción ninguna, y la carencia total de medios de pago. Los ciudadanos comunes están solos y desamparados, y muchas veces rechazados y anatemizados por aquella parte privilegiada de la sociedad, si se quiere racista, que vive bien a pesar de todo y de sus quejas permanentes, que los culpan del advenimiento del mal llamado proceso revolucionario, así como de recibir las ayudas sociales instrumentadas por el régimen.
Esta parte de la sociedad, “enemiga” del populismo, censuradora de las ayudas sociales, criticona de los “bozales de arepa” que el régimen utiliza para congraciarse con los más necesitados, no tuvo sin embargo en el pasado ningún empacho en recibir de CADIVI dólares baratos, preferenciales, que en montos muy generosos entregó el Gobierno de Chávez durante varios años. Ellos sí merecían que se les otorgara esta ayuda, no para comer ni subsistir, sino para viajar, descansar y disfrutar. Algunos a lo mejor se incorporaron en la actividad de “raspa cupos”, para así atesorar la codiciada divisa en Venezuela o depositarla en bancos del exterior, cuando no se dedicaron a venderla en el mercado negro y ser partícipes de la centrífuga empobrecedora del país.
INVASIÓN Y “TIERRÚOS”
Estamos en presencia de un país muy dividido. Gracias a la política de polarización instrumentada por Chávez en consenso con la oposición hasta hace poco mayoritaria y que se presentó siempre como única. Por un lado los partidarios viscerales de esa oposición, que hoy, como patriotas del siglo XXI, anhelan la invasión extranjera y les encantaría que la misma terminara con los “tierrúos”, que los barriera como se barre la basura de las calles. Para ellos, éste es el peor gobierno del universo, y no vacilan en calificarlo de narco régimen y considerarlo el más sanguinario, torturador y genocida habido. Convierten el hambre en hambruna, la crisis de desabastecimiento en crisis humanitaria. Creen que pueden utilizar las palabras castizas como les da la gana, dándoles su propio significado.
SANGUINARIO CON POCA SANGRE
El Gobierno por su parte, junto con sus extremistas violentos, no se queda atrás. Es más, ha sido el adalid en el desarrollo de conductas como la descrita. Los opositores fueron descalificados inicialmente al estilo cubano, poco les faltó para llamarlos gusanos, aunque sí les dijeron apátridas, fascistas, miserables, calificativos ante los cuales la palabra escuálidos casi resultaba un cumplido. Oí a Maduro decir que el atentado en su contra era el más sanguinario de los ocurridos en el continente. Un militar herido en forma leve en el cuero cabelludo hizo del frustrado magnicidio (si es que fue un intento de asesinarlo) un acto sanguinario con muy poca sangre. No sé dónde quedan en esa clasificación el intento de magnicidio de Rómulo Betancourt, donde murió el Jefe de la Casa Militar, y el Presidente resultó con serias quemaduras en ambas manos. No sé en qué lugar colocamos a Delgado Chalbaud, único magnicidio verdadero ocurrido en Venezuela.
Maduro desconoce los asesinatos de Carranza, Obregón y Torre Cantú en México; Galán en Colombia, país que parece tener el record de asesinatos de candidatos presidenciales seguido por México. ¿Y los magnicidios de Kennedy, Lincoln, Mckinley y Garfield en EEUU? Si a ver vamos, el intento contra Reagan fue mucho más sanguinario, pues fue gravemente herido en el pulmón. La cordura a la hora de calificar hechos políticos se ha perdido, por lo que los pocos que mantienen una objetividad en la descripción y análisis de los hechos, se ven también agredidos por ignorantes extremistas de lado y lado, a quienes molesta en demasía la lectura de argumentos sólidos frente a sus fabulaciones politiqueras. Cuesta muchas veces atreverse a enfrentar a estos facinerosos de la descalificación, capaces de alterar la historia sin sonrojarse y acomodarla a sus intereses bastardos, pues sus reacciones, son groseras y amenazantes.
Un país dividido como el nuestro, con un gobierno odiado por los ciudadanos en general, es el peor escenario para enfrentar una agresión externa y evitar su desaparición. No afirmo que la intervención se dará, pero cada vez nos acercamos más a esa nefasta posibilidad.