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Depauperación estrangula a trabajadores venezolanos

Por: Enrique Meléndez

El economista Héctor Valecillos considera que más allá de sus limitaciones e insuficiencias, debe reconocerse que la decisión del Banco Central de Venezuela (BCV) de publicar las cifras de las variables macroeconómicas es una medida positiva, pues, a su juicio, un país moderno no puede operar en medio de la oscuridad estadística.

“Sin embargo, conviene no olvidar que el BCV no ha estado sólo en ese censurable comportamiento. Como sabemos, y dejando de lado la descarada manipulación del Registro Electoral por parte del CNE, que nace con el gobierno de Chávez, esa política se inició nada menos que en el INE, el instituto rector de las estadísticas oficiales, hace 15 años cuando se designa a Elías Eljuri, Jefe de esa Oficina, extendiéndose luego a otros entes, incluidos el Ministerio de Sanidad, Hacienda y PDVSA, entre otros”, afirma el también profesor titular de la UCV. 

                        LAS CIFRAS OCULTAS

Después de varios años negándose a publicar diversos indicadores estadísticos sobre la evolución de la economía, el BCV ha dado al fin a la publicidad un conjunto de esos importantes indicadores. ¿Qué importancia se le puede asignar a este hecho?

-Efectivamente, el Instituto Emisor, responsable –entre otras funciones- de preservar el valor interno y externo de la moneda nacional, decidió ya hace varios años no continuar publicando datos estadísticos relativos al comportamiento de la economía, los cuales venía haciendo públicos desde hacía décadas; datos que son convencionales en la gran mayoría de países y tienen una utilidad estratégica para apreciar la evolución regular de esas economías en áreas claves como la producción de bienes y servicios, el comercio internacional del país, el mercado monetario, las finanzas públicas, los precios y las remuneraciones, etcétera. Al hacerlo, el BCV no dio ninguna justificación para esa arbitraria medida, que intentaba ocultar tontamente la realidad económica, escamoteando la data estadística que refleja esa realidad. Decisión censurable que situó al BCV al margen de su propia Ley, violando además la Ley de Estadísticas.

                        LA REALIDAD

¿Cuáles han sido las principales consecuencias de esa decisión?

-Múltiples y de variada naturaleza, pudiendo resaltarse dos en particular. Primero, para los propios gobernantes, ya que al no disponer de esos datos ellos comienzan a operar –como suele decirse- como un piloto de avión que viaja de noche sin radar. Es cierto que algunos de esos indicadores siguieron siendo generados por el BCV, aunque no se publicaban, de modo que quienes gobernaban no andaban enteramente en la oscuridad. El problema aquí, sin embargo, es que en esas condiciones los que toman las decisiones tienden a conformarse con una apreciación egocéntrica de lo que están haciendo; lo que favorece la autocomplacencia en la gestión y facilita la reiteración del error, que es lo que hemos vivido. En segundo lugar, los agentes económicos –inversionistas, ahorristas y consumidores, en especial- comienzan a percibir la realidad de una manera muy subjetiva o prejuiciada, lo que incide también negativamente en la toma de decisiones por parte de estos agentes.

BLOCK OUT ESTADÍSTICO

Se dice que la rectificación de esa medida obedece a presiones de organismos internacionales. ¿Qué puede decirse al respecto?

-Ciertamente, esa parece la razón que está detrás de la decisión del directorio del BCV, en especial las sanciones que hizo saber el FMI que aplicaría a Venezuela si el gobierno de Maduro proseguía con su blackout estadístico. También se ha dicho que hubo presiones del gobierno chino, importante acreedor del país y aliado del gobierno, pero cuidadoso del dinero que da en préstamo.

¿Usted, como investigador experimentado, como evalúa esa rectificación?

– Más allá de sus limitaciones e insuficiencias, debe reconocerse que es una medida positiva. Un país moderno no puede operar en medio de la oscuridad estadística. Sin embargo, conviene no olvidar que el BCV no ha estado sólo en ese censurable comportamiento. Como sabemos, y dejando de lado la descarada manipulación del Registro Electoral por parte del CNE, que nace con el gobierno de Chávez, esa política se inició nada menos que en el INE, el instituto rector de las estadísticas oficiales, hace 15 años cuando se designa a Elías Eljuri, Jefe de esa Oficina, extendiéndose luego a otros entes, incluidos Min-Sanidad, Hacienda y PDVSA, entre otros. 

-Eljuri, a quien sus propios compañeros en el INE llamaban “el Osmel Souza de las estadísticas”, institucionalizó la manipulación descarada de los datos, subordinando la generación de información a los propósitos propagandísticos del gobierno. El BCV simplemente se acopló a esa directiva de política, que –como se sabe- es típica de todos los gobiernos comunistas, que no pueden sobrevivir sin la mentira y la propaganda.

                         LA GRAN DEPRESIÓN

Concentrándonos en los datos recién publicados por el BCV, ¿cuál es su apreciación técnica sobre las implicaciones que encierran?

-Una revisión somera de esas estadísticas permite concluir que, en líneas generales, ellas confirman la gran depresión que atenaza a nuestra economía, fuente última –junto al saqueo descomunal de la riqueza pública por parte de Maduro y su grupo-  de la profunda crisis humanitaria que destroza a las mayorías nacionales, como acaba de ratificar la Asamblea Nacional en un reciente Comunicado de la Comisión Especial de Seguimiento de la Ayuda Humanitaria.

¿De qué forma ha repercutido todo esto en los trabajadores venezolanos?

-El gobierno de Nicolás Maduro no ha sido capaz de lograr contrarrestar la caída de largo plazo de la productividad del trabajo que arrancó en 1978, favoreciendo por el contrario una acentuación de esa negativa tendencia. Esta es una de las importantes razones (la otra es la hiperinflación desatada) por la cual los salarios reales de los trabajadores mantienen un sólido comportamiento descendente, que se expresa en la dura depauperación que los estrangula.

                       Contracción prolongda

¿Podría concretarnos sus comentarios a esa información?

-Cuatro hechos implícitos en esos datos me parecen importantes de resaltar. Primero, que la contracción del Producto Interno vivida entre 2012 y 2018, que redujo su valor global a la mitad en tan sólo seis años, y que desafortunadamente se mantiene invariada hasta la actualidad, es un caso único en la historia contemporánea tanto por su duración e intensidad, como porque se produce en un país que no está en guerra y afecta a una economía cuya base productiva petrolera es muy rica. No obedece tampoco a catástrofes naturales, siendo el resultado previsible de intentar implantar una economía comunista en un país cuya población rechaza mayoritariamente tan destructiva política. Además, cuando se atiende a la dimensión sectorial de esos datos se observa que al menos cuatro ramas de actividad –Construcción, Comercio, Manufactura y Servicios Financieros, prácticamente han desaparecido debido a la profundidad de la contracción.

-En segundo lugar, que en contra de lo que a veces suele afirmarse, la contracción prolongada no puede imputarse a la caída del precio del crudo exportable. Si bien esa correlación existió entre 2013 y comienzos de 2016, de modo que –gráficamente- las curvas que representan a dichas variables se movieron entonces en la misma dirección descendente, a partir de mediados de este último año, la evolución de ambas variables se bifurca claramente, ya que mientras el PIB prosigue su caída, el precio del crudo comienza a repuntar, situándose en 70 dólares el barril a partir de 2018. Tercero, que tampoco es sostenible la afirmación –muy popular entre los defensores del gobierno- de que las sanciones impuestas por el gobierno norteamericano causaron la contracción de la economía y, por tanto, la crisis humanitaria. Como es sabido, las restricciones de financiamiento decretadas por Trump se materializaron a mediados de 2017, cuando la economía venezolana llevaba ya cuatro años contrayéndose. Y, finalmente, que el gobierno de Nicolás Maduro no ha sido capaz de lograr contrarrestar la caída de largo plazo de la productividad del trabajo que arrancó en 1978, favoreciendo por el contrario una acentuación de esa negativa tendencia. Esta es una de las importantes razones (la otra es la hiperinflación desatada) por la cual los salarios reales de los trabajadores mantienen un sólido comportamiento descendente, que se expresa en la dura depauperación que los estrangula.