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Venezuela: un drama macabro

Julián Rivas

Jorge Luis Borges, en «Una vindicación de la cábala», nos dice: «Así lo creo, pero trato de reflexionar que todo objeto cuyo fin ignoramos, es provisoriamente monstruoso».
Viendo al hombre del pueblo pelando bolas, pulverizado su poder
adquisitivo, con salario inferior a los de los africanos, e incluso de
Haití, con una situación de indefensión, como diría Ali Primera luego
de escuchar a Carmelo Laborit, obliga a preguntar: ¿a dónde llevan a
Venezuela?
Pareciera que nos llevan a darnos un beso en el abismo. Es tétrico, un
drama macabro. Se sufre de impotencia ante familiares que mueren en
las puertas de los hospitales por falta de medicina y atención medica.
La plata del salario no da para nada. Hecatombe social, nihilismo con
anomia dicen algunos. Se requiere pensamiento y acción, decoro, decencia y lucidez. Eso ansían los venezolanos. Hay que oír al pueblo.
Por un tiempo vimos al Clap como solución provisional ante la
emergencia. ¿Pero qué ha pasado con los planes de desarrollo nacional?
¿Por qué seguimos con una banca que no hace intermediación? ¿Por qué la fuga de capitales de manera obscena, con políticos rojos rojitos ligados a banqueros?
Al hombre de pueblo le preocupa la caída vertiginosa del Producto
Interno Bruto y la sequía del ahorro nacional. Que se hable de la
caída de la producción petrolera.

                                     TRES PREGUNTAS
Curiosamente, los planificadores siguen siendo los mismos. Es el
desastre como planificación. La experticia del caos.
Charles Wright Mills, en “La Imaginación sociológica”, propone tres
preguntas básicas para analizar una sociedad, o incluso una
corporación Estas preguntas sirven hasta para una parranda de gallos, un mal alcalde o un equipo de fútbol. Se remiten a la historia y la biografía como punto de partida. Leamos a Wright Mills:
1) ¿Cuál es la estructura de esta sociedad en particular en su
conjunto? ¿Cuáles son sus componentes esenciales y cómo se relacionan
entre sí? ¿En qué se diferencia de otras variedades de organización
social? ¿Cuáles, dentro de ella, el significado de todo rasgo
particular para su continuidad o para su cambio?
2) ¿Qué lugar ocupa esta sociedad en la historia humana? ¿Cuál es el
mecanismo  por el que está cambiando? ¿Cuál es su lugar en el
desenvolvimiento de conjunto de la humanidad y qué significa para él?
¿Cómo afecta todo rasgo particular que estamos examinando al periodo
histórico en que tiene lugar, y cómo es afectado por él? ¿Y cuáles son
las características esenciales de ese periodo? ¿En qué se diferencia
de otros periodos? ¿Cuáles son sus modos característicos de hacer
historia?
¿Qué variedad de hombres y mujeres prevalecen ahora en esta sociedad y
en este periodo? ¿Y qué variedades están empezando a prevalecer? ¿De
qué manera son seleccionados y formados, liberados y reprimidos,
sensibilizados y embotados? ¿Qué clases de «naturaleza humana» se
revelan en la conducta y el carácter que observamos en esta sociedad y
en este periodo? ¿Y cuál es el significado para la «naturaleza humana»
de todos y cada uno de los rasgos de la sociedad que examinamos?. Fin
de la cita.
El caso es que los intereses de individuos, grupos o elites (viejas o
de nuevo tipo) no necesariamente son los de la república y las
mayorías populares. Ahí está de ejemplo la depauperante, tóxica y
patológica relación con Colombia. Por un lado se intenta poner orden
en la frontera y por otro algunos sujetos tratan de mantener el
desorden de cosas. La economía sumergida y criminal de Cúcuta sigue
disolviendo y subsumiendo a Venezuela. Los poderes delictivos de
Bogotá se adueñan de Venezuela. Siniestro vecino que algunos
burócratas ven con simpatía.
Ya Hernando de Soto ha explicado en “El Misterio del Capital”, cómo
actividades económicas informales de corte delictivo terminan
destruyendo la economía formal y legal. El daño ya está hecho. Por
cierto, de qué se quejan los ganaderos de la frontera. Amazonas,
Barinas, Táchira y Apure están capturados por una máquina de guerra,
el Plan Colombia en ejecución. La pequeña burguesía caraqueña sigue
mirándose el ombligo y chupándose el dedo.

                               POLÍTICA DE SHOCK
Podemos quedarnos sin nación venezolana. Sin moneda. Vacíos. Existe
una emigración que no queremos ver. A diario se van miles. Es una
diáspora. Mientras, locamente el Banco Central pone altas tasas de
intereses al crédito agrícola. Es imposible adquirir vivienda. Parece
que la guerra de George Soros contra la soberanía de los países nos
agarró hasta los huesos. Estamos infiltrados por los anglosionistas.
Se lo he advertido a algunos dirigentes de la Fuerza Bolivariana de
Trabajadores (FBT): «Van a pasar a la historia como tontos útiles del
capital transnacional de la Reserva Federal de Estados Unidos».  Es una política silenciosa, no declarada, de shock, que nos demuele a control remoto. Ojo, esta política tiene operadores internos, que no sólo es Guaidó. Todo un complot contra Venezuela. Si no frenamos lo malo que pasa en Venezuela seremos una nación mutilada. Hay que acabar con esto Salvemos la república.

Viva el
pueblo!