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PERPETUARSE en el poder

En Venezuela ya vamos a tener veinte años bajo el gobierno de un partido y quienes se quejaban del bipartidismo, ahora no censuran el monopartidismo.

Gustavo Luis Carrera

            El ejercicio del poder es capaz de embriagar y deformar la visión de la realidad circundante: todo parece sometido a la voluntad única del mandatario, que pretende ser perpetuo. Es un proceso patológico, semejante a una enfermedad progresiva que consume la mente de quien la padece y afecta directamente a toda una colectividad.

      LA TENTACIÓN. Una vez cumplido el período legal -establecido por la Constitución- el mandatario siente la tentación del continuismo; es la aspiración a seguir en el poder: padecimiento tan frecuente como ominoso. El proceso es simple: ya instalado en el período de gobierno, al cual puede acceder electoralmente, el mandatario siente la embriaguez del ejercicio del mando y va aspirando, progresivamente, a no abandonarlo nunca. Y entonces comienzan los ardides y las trampas para lograr la perpetuación. Hasta ese extremo llegan la obnubilación y el empeño obsesivo.

      EL DESENLACE. En previsión del riesgo continuista se ha establecido el sano principio de la no reelección sucesiva. Algunos países, como Estados Unidos, por ejemplo, permiten una sola opción reelectoral; posibilidad que también es repudiable, pues para el segundo período el gobernante se beneficia con el ventajismo derivado de los recursos económicos y situacionales propios del oficialismo. De hecho, la tentación del continuismo se impone, y ante ella se definen los gobernantes demócratas y los déspotas dictatoriales. Una vez más es necesario y oportuno citar a Simón Bolívar cuando advertía sobre el riesgo de que una misma persona permaneciera demasiado tiempo en el poder, porque se acostumbra a mandar y el pueblo  a obedecer, de donde nace la tiranía. Planteamiento que resume todo el proceso que va del ejercicio del gobierno a la perpetuación perniciosa y abusiva.

        NEGACIÓN DE LA DEMOCRACIA.  El continuismo es antidemocrático, por esencia. En Venezuela, Chávez estuvo 14 años en el poder, y murió aspirando a más; y de otra parte, ya vamos a tener 20 años bajo el gobierno de un partido (y es de observar que quienes se quejaban de lo que ellos llaman el bipartidismo, ahora no censuran el monopartidismo). Ejemplo muy reciente es el de Bolivia: Morales llegaba a los 14 años en el poder, y todavía aspiraba a seguir mandando. Así, Ortega en Nicaragua. Los casos proliferan: Hitler, Stalin, Mao Tung, Franco. Pero, el autócrata que ha permanecido por más tiempo en el poder en la dimensión contemporánea es Castro, con 57 años como dueño y señor de Cuba. Concentrado el gobierno en una persona, hechas las leyes y la Constitución a la medida del sátrapa, no hay posibilidad de crítica, de oposición afirmativa, de verdadero progreso. Mientras se borra de la agenda política el sano principio de la alternabilidad, Y en todos los casos resalta el hecho inconfundible: la perpetuación en el poder es la entronización del dictador y la absoluta negación del sistema democrático.   

      VÁLVULA. «El gobernante que desarrolla la pretensión de hacerse perpetuo termina por convertirse en un autócrata, dictatorial y hegemónico; repudiable representante de la negación de la alternabilidad propia de la democracia».                                                                                                                                                                                                 glcarrera@yahoo.com