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Miserias del Colaboracionismo #Análisis #OscarBattaglini

El ejemplo clásico de colaboracionismo político en el occidente moderno lo representa –y así ha sido recogido historiográficamente- la posición asumida por algunos sectores sociales extremadamente oportunistas, conservadores y reaccionarios de la sociedad francesa en el marco de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

A partir de aquel momento la infausta circunstancia quedó grabada en el imaginario político de la sociedad universal, el hecho insólito de una gente (cosa que ya había ocurrido con Austria, Polonia y Checoslovaquia) que también quedó sometida al yugo de la barbarie nazi-fascista hitlerista, y el tener que presenciar a connacionales prestar su colaboración (abierta o disimulada) para que el orden político antipatriótico impuesto por el invasor pudiera estabilizarse y funcionar normalmente.

Con las diferencias del caso y guardando las debidas proporciones, esto es lo mismo que nos ocurre a los venezolanos -cuando con asombro, y en medio de la tragedia que hoy todos padecemos, observamos a unos políticos que, en su conjunto no representan porcentualmente ni al 1 % de la opinión política del país; que dicen ser de “oposición”, para que en la práctica –y a la hora de la chiquita- no actúen como tales, sino que, por el contrario, se comportan más como de oposición de la oposición,  que del régimen autoritario madurista; y lo que es más grave, que permanentemente, tanto en el lenguaje que utiliza, como en los hechos, siempre aparecen coincidiendo con él y sirviéndole de instrumento para tomar y aplicar medidas político-administrativas dirigidas a golpear a la oposición, y a apuntalar todavía más su permanencia en el poder. Son muchas las oportunidades  en las que esto se ha puesto de manifiesto y en las que han sido convalidadas de manera expresa, mediante declaraciones y actitudes contradictorias, el disimulo o el silencio cómplice. Muestra de ello son los siguientes hechos:

1- La invalidación de la elección de los diputados indígenas de los estados Amazonas y Apure; acción ejecutada por el TSJ con el deliberado e inocultable propósito de despojar a la representación parlamentaria de la oposición democrática de la mayoría calificada obtenida mediante la abrumadora votación popular del 6/12/15.

2- La figura del “desacato” elaborada desesperadamente y por encargo por el inefable TSJ, e impuesta a la AN para anular las leyes y demás resoluciones aprobadas por ella y al mismo tiempo arrebatarle su potestad contralora y la prerrogativa de designar a los integrantes de los poderes públicos cuyos miembros no lo son por elección popular: el propio TSJ, la FGR, la Contraloría, El CNE y la Defensoría.

3- La imposición autoritaria y fraudulenta de una “Constituyente” sacada de la manga, para usurpar las funciones de la Asamblea Nacional legítimamente electa en diciembre del 2015.

4 El allanamiento arbitrario de la inmunidad parlamentaria, la inhabilitación política, la persecución policial y el encarcelamiento de diputados de oposición.

4- La connivencia con la dictadura con el objeto de imponer una Asamblea Nacional paralela (tarifada y espuria) conformada por diputados de dudosa conducta denominados los “El grupo Clap”.

6- La solicitud interpuesta ante el TSJ por uno de los dirigentes de esta “oposición”, para que esta máxima instancia del Poder Judicial se pronunciara sobre el problema de la existencia en el país de dos Asambleas Nacionales; solicitud que le vino como “anillo al dedo” a esa dudosa instancia para declarar como legítima y sin dilaciones a la Asamblea espuria, es decir, la por encargo.

7- La ilegalización de los principales partidos políticos de oposición y la inhabilitación de sus más destacados dirigentes.

8- La convalidación, con su participación, de un proceso electoral presidencial -como lo fue el del 20/15/18- llevado a cabo sin las más mínimas condiciones ni garantías políticas, sino que por el contrario, estuvo plagado de toda clase de irregularidades y ventajismos, comprobación esta que al final indujo a quien hizo de candidato “opositor”, a declarar que aquello había sido un fraude y que él no reconocía esos resultados, de lo que, por cierto, más nunca habló. 8- La connivencia establecida entre esta “oposición” y el régimen autoritario de Maduro alrededor de la rimbombante Mesa de Diálogo Nacional mejor conocida como “la Mesita”, surgida de los conciliábulos  secretos llevados a cabo en paralelo a las negociaciones políticas que en ese momento tenían lugar en Oslo y Barbados. No se requiere mucha perspicacia para darse cuenta del objetivo que perseguían en tales conciliábulos, el cual no era otro que hacer fracasar esas negociaciones para luego presentarle ellos al país su flamante proyecto de “Diálogo Nacional” (con cuatro gatos que no representan a nadie) como la solución a la crisis general en desarrollo.

De ese cálculo, como se recordará, se cumplieron la primera y la segunda parte, esto es: el fracaso de las negociaciones de Oslo y Barbados, y la presentación en sociedad del proyecto de “la Mesita”. Lo que no se ve por ninguna parte, es que dicha mesa, haya contribuido en alguna medida a solucionar uno solo de los graves problemas económicos y sociales que padece el país, como tampoco se avanzó en la solución de los problemas políticos que en un principio anunciaron: el problema de la libertad de los presos políticos; de la reconstitución del orden democrático quebrantado; de la elección de un nuevo CNE, por la Asamblea Nacional electa en el año 2015; de la superación de la crisis y del conflicto político nacional mediante el diálogo y la negociación política,    etc. Al final se vio que todo era una farsa y que el régimen autoritario de Maduro no tiene ningún interés en nada de eso; posición que ha quedado demostrada por el desdén, por el desprecio y la burla que significan la manera como Maduro sigue mostrándose ante el país y el mundo, a pesar de no haber dado cumplimiento a ninguna de las promesas que hiciera en aquella oportunidad.

Pero no solo es eso, los venezolanos hemos sido testigos en el transcurso de estas reuniones del gobierno con “la mesita”, de un creciente deterioro de nuestras condiciones de vida, de un incremento de la brutalidad represiva del régimen y de su enorme capacidad para hacer un uso abusivo del poder.

Por su parte, la “oposición” colaboracionista, guarda o sigue guardando silencio sobre todo eso; pero ante la oposición representada por el G4, la Asamblea Nacional legítima y Juan Guaidó, en su doble condición de Presidente del Poder Legislativo y Presidente encargado de la República, se muestra muy activa. De ahí que su dirigencia en pleno le haya solicitado al TSJ (léase a Maduro) que declare la omisión legislativa para que una vez más sea la dictadura militarista la que designe al “nuevo” CNE, que organice y realice las elecciones parlamentarias pautadas para diciembre de este año. Como era previsible, ya el TSJ declaró la omisión legislativa y adelantó apresuradamente los trámites para la designación de autoridades que igualmente quedan bajo el control político de la camarilla (civil-mililtar) Chávezmadurista, y que al mismo tiempo les garantice su permanencia en el poder mediante el fraude electoral.

La malas lenguas aseveran que de todo esto, alguna migaja le tocará a la oposición de “la mesita”, Esa será su recompensa por la destacada colaboración con el régimen dictatorial. Su oportunismo, el resentimiento y la torpeza política les impide ver las ulteriores consecuencias de su actual conducta política.

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.