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Me declaro bolivariano #Opinión #DomingoAlbertoRangel

En la radio venezolana subsisten excelentes programas: Uno es “Nuestro insólito universo”, cuya mayor prueba de calidad y del apego que le tiene el público son los más de 50 años que han pasado desde que semana tras semana esa dupla de Rafael Silva y Porfirio Torres se iniciaron narrando experiencias increíbles a partir de hechos reales… y llevan màs de 7000 programas desde 1969… es un constatable record mundial.

Domingo Alberto Rangel

Sobre el tema sucede que hace poco escuché un programa de la serie donde narraban el fusilamiento en Caracas… allá por el año de 1827…  de un joven hidalgo… patriota de familia, enamorado y asesino… que una noche acuchilló a sangre fría a un amigo… luego de hacerse invitar a pasar la noche en casa de quien había planeado matar… todo por amor a una mujer que le hacía caso a la víctima.

Nada extraño que la literatura mundial está llena de asesinatos por amor y tampoco que en Caracas hayan fusilado un joven en tiempos en que los derechos humanos no se habían desplegado en el mundo occidental y la pena de muerte era moneda común.

Lo insólito y que nos puede servir de reflexión fue el proceso de apelación donde toda la sociedad caraqueña de la época pidió clemencia aduciendo la minoría de edad del asesino –para la época se era mayor a los 25-…, un tal Juan Valdez… a quien no solo su madre lo que era de esperar… sino la Junta de Apelaciones… donde dos históricos apellidos formaban esa institución… pidieron clemencia.

Esta Junta estaba formada por José España y Diego Bautista Urbaneja quienes recomendaron el perdón… y elevaron la petición de clemencia al Libertador que estaba en Caracas por última vez como Presidente de Colombia “La Grande”.

La celestina unanimidad pidiendo clemencia para el asesino incluyó todos los gremios e incluso las monjas de la Concepción, actuando como el jugador de póker que eleva una apuesta sin tener con què honrarla… anexaron a su petición un añadido donde juraban estar dispuestas a entregar en oro a la empobrecida república… el peso de Juan Valdez.

Bolívar no quiso recibir personalmente las peticiones y dejó que de eso se encargara su secretario Revenga. Tampoco cayó en la trampa que le tendió la  oligarquía caraqueña que sabiendo la debilidad del Libertador por las damas… enviaron una bella viuda… enlutada de negro ella… que visitó al Libertador al atardecer en la hacienda Bello Monte… pidiendo como el resto del coro… perdón para el condenado.

Bolívar negó la petición pero en el documento de rechazo reconoció que la materia era “delicada” y que el poder perdonar vidas a condenados por un tribunal, era el “mayor adorno que la Constitución le entregaba a quien dirigiera los destinos de la patria”… igualmente admitió el Libertador los servicios que la familia de Valdez le había prestado a la causa independentista… pero a continuación razonó en contra de la clemencia.

Bolívar se negó a perdonar la vida de Juan Valdez considerando que las cárceles estaban llenas de asesinos y delincuentes que habían sido perdonados… quienes a la postre volvían a delinquir… y que mantener en paz las calles era el primer deber del Presidente.

Esa misma noche Valdez siendo cristiano fue pasado “a Capilla” y a la mañana siguiente 31 de marzo de 1827 fue fusilado. Cuentan que los Valdez bailaron 3 años después la muerte del Libertador.

Escuchando el relato me siento muy bolivariano… y cómo aquí no hay pena de muerte y la màs popular violación de las leyes es hacer caso omiso a los semáforos… me pregunto: ¿Serà que se puede condenar a diez correazos por el trasero a quien “se coma” las luces… sea hombre o mujer… automovilista o motero… ambulancia o patrulla… peatón o ciclista?

@DomingoAlbertoR

EL AUTOR es ingeniero
civil , consultor, asesor y dirigente político.
Premio Nacional de
Periodismo 2019,
 mención Opinión.